La experiencia con el VAR que hemos acumulado los aficionados al fútbol en España nos permite hacer una valoración general sin temor a equivocarnos. El VAR prometía acabar con las injusticias en el fútbol, con los arbitrajes dudosos, con los árbitros castigados «en la nevera» por errores mayúsculos y con el tradicional (y a veces descarado) favorecimiento a los grandes, sobre todo al Real Madrid y al FC Barcelona… y tradicionalmente por ese orden, dirían muchos.
Al César lo que es del César: el VAR sí que ha eliminado las interpretaciones claramente erróneas, las agresiones ocultas a los ojos del árbitro y las errores vergonzosos que hemos visto en el pasado. Es decir, a la pregunta de si el VAR a mejorado el arbitraje, la respuesta es un rotundo sí y me alegro de su llegada. Sin embargo, el titular de este artículo ya apunta mi opinión y es que la actividad arbitral sigue teniendo las mismas carencias en las situaciones en las que la decisión arbitral puede caer hacia un lado o hacia otro. Y ya sabemos qué pasa cuando una jugada dudosa afecta a la casa blanca o, en menor medida, al equipo culé… ¡Y todavía se quejan!
Llevamos poco tiempo con este VAR y vemos que todavía se producen errores que deberían evitarse: ¿por qué hay jugadas que se rearbitran desde el VAR y otras iguales no? ¿Por qué se es tan laxo en la lectura de la norma con un equipo y otro no? ¿Por qué esta mano en el área es penalty y la otra no? ¿Por qué los del VAR llaman a revisión algunas jugadas y otras semejantes se quedan en el «sigan, sigan!».
Same old shit! (la misma mierda de siempre), como dice la canción. El VAR venía a ser una revolución en el fútbol y se ha quedado en una ligera mejora. Quizás estábamos demasiado esperanzados en cambiar algo que no se puede cambiar y es que, al final, el arbitraje en la liga española seguirá siempre beneficiando a los mismos. ¡Qué se le va a hacer!