Un estudio expone que la desigualdad social se agudiza entre los estudiantes con malas notas. La probabilidad de que un alumno con malas calificaciones siga con sus estudios después de los 16 años es mayor si proviene de clases aventajadas.
Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y el European University Institute han constatado que el origen social de los alumnos influye en su probabilidad de abandonar los estudios. De hecho, entre los estudiantes con peores resultados, cuando éstos provienen de clases aventajadas existen un 56% de probabilidades de que continúe con su formación, un porcentaje que se reduce al 20% cuando el cabeza de familia es un trabajador no cualificado.
Héctor Cebolla Boado, investigador de la UNED y coautor de la investigación, explica que “el estudio trata de disociar el efecto de las notas de otros procesos que, vinculados al estatus socioeconómico de los padres, determinan las oportunidades educativas de los individuos”. Además, añade:
Es la primera vez que se hace un estudio así en España, un país en el que la escasez de estadísticas educativas es muy grave comparado con otros de la Unión Europea.
En sus declaraciones, Cebolla Boado explica que en las clases sociales altas se produce el efecto compensación. Éste hace referencia a las estrategias que encuentran las familias para compensar los problemas de rendimiento académico de sus hijos. Es decir:
Los estudiantes de clase alta tienen una probabilidad mayor de alcanzar estudios superiores que los de clase baja, aunque sus notas sean malas, pues tienen a su alcance segundas oportunidades con las que los hijos de los menos favorecidos no cuentan.
Para el estudio se recopilaron en 2006 datos de más de 3.000 personas y la muestra restringió a los nacidos con posterioridad a 1960. Tras analizar la información obtenida, se observó que:
- El 70% de los hijos de jornaleros y el 44% de los nacidos en familias de obreros no cualificados abandonaron la escuela a la edad de 16 años.
- El 61% de los estudiantes que provenían de familias de jornaleros y el 48% de los que descendían de la clase trabajadora no cualificada afirmaron que sus notas eran regulares o malas. Entre los hijos de directivos y profesionales, el porcentaje era de 29%.